A lo hecho, pechos
8M. La reflexión pausada de una mujer, con vocación informativa independiente.
Las cosas
bien hechas requieren tiempo, conversación y análisis. Queremos
cambiarlo todo, esperamos que no asuste. Y hablo en primera persona del
plural porque, nosotras, nos hemos regalado la potestad para ello.
Fueron
muchas emociones en poco tiempo. En primer lugar, nos preocupó que
hubiera siglas que se quisieran apropiar de un éxito de tamañas
magnitudes. Este párrafo es el tortazo fácil a nuestros gobernantes y
sindicatos, entidades que tanto agradecemos a quienes las hicieron
posibles, como aborrecemos a quienes hoy las conforman. Nunca fue un
paro, esto era una huelga.
No
informaron, no apoyaron, no hicieron nada por favorecerla y acabaron la
semana con el lazo morado puesto. Y que no se confunda por el color
ningún integrante de Podemos, aunque algunas reconocen que facilitan,
tienen que tomar aún mucho cola cao para llegarle al feminismo a la
suela del zapato.
Somos
violetas donde lo somos, verdes en Argentina, donde añaden a nuestra
reclamación otras connotaciones, somos ecologistas, asiáticas, trans,
diversas funcionales, folk, negras, heteros, rancias, occidentales,
blanquitas, modernas. Somos todas y nos silenciasteis. Ahora esto es
imparable. Vamos a contarlo todo, y vamos a contarlo bien.
La nueva era que empezó tras el 8 de marzo de 2018 es nuestra, señoras. Seremos pro-sistema en un sistema que ponga, única e inexcusablemente, a las personas en el centro.
Y es lo único que hemos dejado claro. Esta es una protesta de la
sociedad civil con aspiraciones sin precedentes, internacionales y
transversales.
No se
asusten los señoros, son necesarios en este cambio, y son además la otra
mitad de la sociedad civil, la que lleva escribiendo el discurso y
ejecutando los planes históricamente. De verdad, calmaos, sois
imprescindibles para perpetuar la especie. Nadie amenaza vuestra
existencia, solo cuestionamos vuestro modus operandi. Como todo lo
demás, lo hacemos desde el amor y desde la eficacia de la gestión de
recursos, a ver quién se atreve a cuestionar que en eso somos expertas.
Es muy
simple, en el sistema capitalista patriarcal, lo habéis enfrentado todo a
golpe de combate. Podemos dar ostias como panes, no nos desafiéis, pero
no es nuestro modelo. Esas no son nuestras formas. Nuestras formas son
las movilizaciones llenas de sonrisas y de ojos brillantes, de mensajes
con talento, tono festivo y entorno seguro. Son la alegría y la ilusión
de coordinar a 4.000 mujeres periodistas informando al minuto en un
grupo de Telegram y contándoselo al mundo, juntas en cada rincón del
planeta. Y millones de ellas en cada casa, acera, bar, empresa y
autobús. Una impecable corresponsalía.
España ha
sido modelo de este movimiento internacional, pero sabedlo, el
movimiento es internacional. Estamos hartas. Muchas mujeres dedicamos
tiempo y talento a contarnos las historias de otras tantas mujeres que
han sido invisibilizadas a lo largo de la historia. Nos duele que el
corrector subraye en rojo la palabra invisibilizadas, como si fuera una
incorrección, y tecleamos despacio letra a letra pensando en todas
ellas, aunque faltan muchísimas letras para que estuvieran todas:
I-N-V-I-S-I-B-I-L-I-Z-A-D-A-S.
El #8M fue un movimiento internacional para que pare nuestro silencio.
Para que sepáis que queremos tomar el control, porque habéis demostrado
vuestra incapacidad para hacerlo. Que nosotras no vamos a permitir
muertes y abusos ante la mirada impasible del mundo, que las catástrofes
humanitarias y naturales son de tal magnitud que no vamos a
enumerarlas, porque pretendemos detenerlas. Hay tanto que hacer que no tenemos tiempo de explicarlo. Nos estamos organizando, estamos hablando, haciendo y, si os ponéis enfrente, nos encontraréis golpeando.
El
verdadero reto que nos trajo el 8M de 2018 es cómo vamos a ser capaces
de hacer que todas las personas comprendan, en primer lugar, que el
cambio es nuestra última oportunidad, y en segundo, que estamos todas
incluidas. Lo explicaba muy bien Yayo Herrero, en las I Jornadas
Feministas organizadas por CTXT y el Ayuntamiento de Zaragoza, cuando
decía que no estamos dispuestas a dar la vida por ninguna causa porque ahora la causa es justamente mantener la vida. En ello estamos, con todo lo que mantener la vida implica.
El 8 de
marzo sigue siendo hoy, el 8 de marzo ya no se para porque el proceso de
cambio ha comenzado y, como todos los procesos de cambio, puede
provocar dificultades y llevará tiempo, quizá mucho más que cualquier
otro. Para este cambio hemos empezado por cambiar también los ritmos, y
las crónicas del 8 de marzo se publican muchos meses más tarde en
talleres de reutilización de materiales que imparten mujeres técnicas,
profesionales e impecables en centros de cultura comunitaria. Y nos
parece que es mucho más importante y efectivo que si fuera, como en el
modelo antiguo, una triste portada de tirada nacional.
Estamos orgullosas.
Señoras, a lo hecho, pechos.